viernes, 29 de abril de 2011

MENTIRASKAS PARA NIÑOS "Manual de Educación ambiental"

Por Gerardo Gallo Candolo. Ingeniero agrónomo, asesor de empresas agropecuarias y analista del sector en medios periodísticos.
El gobierno nacional presentó un “Manual de Educación Ambiental”.

Las guías fueron elaboradas por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable y el Consejo Federal de Medio Ambiente, la cartera educativa nacional y el Consejo Federal de Educación.

Dirigido a docentes de los niveles inicial, inferior y medio, reprende con una serie de inexactitudes el modelo de producción agrícola argentino.

Lo llamativo es que desde el propio gobierno, y por diferencia de horas con este lanzamiento, se atribuyen el éxito de haber alcanzado las 100 millones de toneladas de granos. Aunque la cifra sea discutible, los expertos coinciden que ese supuesto logro estaría aún lejos del potencial actual del país, lo que no se puede ocultar es que la misma se logró con el actual modelo productivo que se critica.

El manual, del que se imprimirían más de 300.000 ejemplares, pretende ser una guía en el tema ambiental para los docentes, partiendo de un falso supuesto: el deterioro de los suelos y del medio ambiente rural.

Desde ya que en un país tan extenso y en un tema tan vasto las inexactitudes se multiplican, ya que el mismo parece escrito para la zona central del país, siendo las realidades muy distintas en una geografía tan amplia.

El trabajo responsabiliza a los pooles de siembra del deterioro del medio ambiente y la sociedad, argumentando que “los factores que favorecieron la instalación de este modelo agropecuario están relacionados con la concentración productiva y gerencial de las explotaciones agropecuarias, favorecida por un marco legal propicio”.

Estos términos parecen más un discurso de campaña que pretende enfrentar a productores de acuerdo a su tamaño y características, aludiendo a la irresponsabilidad de los pooles (inquilinos o arrendatarios), pero también a los propietarios cuando cita “la falta de compromiso del productor con la planificación del uso de la tierra y su conservación”.

También se le atribuyen a este modelo consecuencias basadas en; “… oferta de nuevas tecnologías para intensificar la producción a gran escala, en gran medida patentadas por empresas multinacionales”.

A esta altura se debería aclarar que hace 20 años el problema de la zona central del país era la continua siembra de trigo y maíz, con abundantes pasadas de implementos, discos y rejas que dejaban el suelo desnudo favoreciendo el arrastre del mismo por los vientos (erosión eólica, sobre todo al Oeste), o por el agua que arrastraba la capa superficial, la más rica en nutrientes, a los arroyos y ríos con la consecuencia de pérdida de suelo más los inconvenientes ocasionados aguas abajo.

Esos trabajos de debían al avance de malezas perennes como el gramón y sorgo de alepo, que solo por el continuo pasado de herramientas podían parcialmente controlarse.

El uso de fertilizantes era mínimo y la fertilidad iba en caída en la mayoría de los suelos y la rotación con praderas era la única forma de morigerar su deterioro.

Ese modelo de producción, que fue replegándose gracias a la aparición de la tecnología de siembra directa, se instaló definitivamente con la ayuda de las plantas genéticamente modificadas.

La ingeniería genética irrumpió con la primera soja que toleraba un herbicida amplio, el glifosato, que permitió ahorrar en otros matayuyos de mucha residualidad y agresivos para el medio ambiente.

El nuevo modelo se completa con un mayor uso de fertilizantes, sobre todo para maíz y trigo, que mejora la performance de nuestros suelos.

Aunque todavía estamos lejos de reponerle a la tierra los minerales que le sacamos en granos y carnes, al menos la reposición va en aumento cada año, y si hay algo que acotar al respecto, es la falta de políticas públicas para un mayor consumo de fertilizantes.

En relación a las patentes de multinacionales, es otra gran falacia que debería aclararse, ya que este modelo se producción utiliza altos volúmenes de glifosato cuya patente expiró. Por lo tanto este herbicida hoy es un comoditie producido y vendido por decenas de empresas. Gran parte del utilizado aquí se importa, sobre todo de China.

Las patentes por el uso del gen en soja se pagan mínimamente a través de los multiplicadores de semilla, pero lejos de lo conveniente para que los semilleros sigan invirtiendo y lanzando nuevos productos en el país por la falta de leyes que respeten la propiedad intelectual.

Es así que la Argentina, que en 1996 fue pionera en el uso de esta tecnología, a la par de Estados Unidos, y segunda en superficie sembrada a nivel global, hoy pierde posiciones viendo como la investigación se desplaza a los países limítrofes que, a diferencia de nuestro país, desarrollaron políticas públicas para su rápida implementación.

Es inaceptable pensar que los organismos genéticamente modificados, (OGM), favorecen a los grandes productores, por el contrario, es el pequeño agricultor quien más se favorece por esta tecnología bajando sus costos de producción, y por lo tanto haciéndolos más competitivos. El uso de OGM por más de 15 millones de agricultores en 29 países es prueba de ello.

También es injusto culpar a los propietarios por una supuesta falta de compromiso en la planificación y conservación de su suelo: justamente ese es uno de los puntos centrales de los reclamos de los productores.

Las actuales políticas agropecuarias: retenciones, cierre y cuotificacion de exportaciones, compensaciones, etc., disminuyeron la producción de carne vacuna (léase siembra de praderas), y el interés por la siembra de trigo y maíz; (todas éstas son actividades que incorporan importantes volúmenes de rastrojo, es decir materia orgánica al suelo), y favoreciendo el monocultivo de soja.

Y son justamente los pequeños productores, los campos de menor extensión, los que se ven obligados a ese monocultivo. En cambio, las grandes explotaciones hacen una rotación más eficiente al compensar actividades menos rentables con la soja.

Cuando el manual dice…”la transformación del proceso de trabajo (reemplazo tecnológico), con la consecuente merma en la mano de obra necesaria,… la pérdida de empleo…al éxodo de las poblaciones rurales", deberíamos abordar las series estadísticas para observar que momentos de secas de décadas atrás produjeron importantes migraciones internas, como así también el resultado de políticas erróneas por falta de precios e incentivos La presencia de miles de norteños en barrios humildes de Rosario cuentan mucho de esta verdad.

Las mal llamadas retenciones, en verdad impuesto a las exportaciones, sacan rentabilidad a los medios rurales para concentrarlo en el poder central, eso es quitar mano de obra y capital de reinversión en el interior.

Si hay algo de verídico en el manual es la menor mano de obra directa en los sistemas de producción de gran escala, por las maquinarias de mayor tamaño y eficiencia. Los puestos requeridos son de operarios mejor calificados por el nivel tecnológico desplegado (posicionamiento satelital, computadoras en el tractor etc.). Pero hay que agregar que por cada lugar de trabajo “perdido” en el campo por estas circunstancias, se crean otros dos en el pueblo para atender estas producciones, como proveedores de insumos, servicios, maquinarias, fletes, prestaciones profesionales, etc.

Y si de éxodo rural hablamos, deberíamos mencionar a la ganadería, actividad de mayor mano de obra y arraigo territorial que la agricultura.

Brasil, que copia nuestro sistema productivo en agricultura, en materia ganadera expandió sus fronteras hacia el Oeste y Centro del país justamente para poblar su interior, incentivando mediante precio, créditos, beneficios impositivos y otras ayudas, la instalación de frigoríficos, ganaderos, profesionales y empresas de servicios, mientras que en nuestro país las políticas públicas hicieron retroceder un 20% nuestro stock vacuno con los efectos contrarios a los logrados por nuestro vecino.

La tecnología de siembra directa no solo permite moderar el efecto de la falta de agua en el suelo (en esta campaña se pudo demostrar), sino que ha evidenciado una alta eficiencia en el uso del recurso agua, en el cuidado del suelo y el ambiente por una menor huella de carbono.

Es absurdo que ni la cartera educativa, ni la de medio ambiente, hayan consultado al mismo Ministerio de Agricultura antes de emitir semejantes juicios sobre la producción agropecuaria, en el mismo momento que en el canal de TV oficial se divulgan los aportes del INTA - Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria- al sistema de producción del campo.

Pero posiblemente lo más alarmante de este proceder del gobierno, sea el objetivo buscado y el lugar: manual para docentes, es decir de formadores de niños y adolescentes.

Que el gobierno utilice una tribuna para pronunciar sentencias ideológicas ajenas a los intereses nacionales puede ser discutible, pero que use al sistema educativo público para diseminar resentimientos hacia el campo con argumentos falaces desde su origen es muy grave.

Es paradójico que en un mundo que reclama cada vez más comida, fibras y energía, la Argentina, el productor más eficiente del mundo, que no solo exporta alimentos sino también la tecnología para hacerlos, hoy vea cuestionado el sistema productivo desde su propio gobierno.